UNA VEZ MÁS EL LOBO ATACA.
- juan cuesta
- 17 oct 2017
- 1 Min. de lectura
Uno no puede opinar acerca de un tema si no lo ha experimentado en su máximo potencial, es eso lo que me ha detenido en muchos textos pero este es diferente, voy a tocar uno que no es muy ajeno a mi vida cotidiana y a la de muchas colombianas.

Créame que es una total tristeza pensar que las hermosísimas mujeres de Cali no pueden caminar tranquilas por las calles de su ciudad sin que alguien denigre su imagen con una bala de comentarios obscenos. ¿Cómo es posible que una dama sostenga su paso por un barrio específico de la Sultana del Valle y de las sombras aparezca un tipo pasado de copas e intente tocarla?
Es casi obvio que las grandes y bailarinas caderas de las bellísimas caleñas son un arte digno de atención, pero si del odio al amor hay solo un paso, de la atención al acoso hay una uña. Las mujeres estamos cansadas de privarnos de gustos por evitar malos ratos en nuestras propias calles y por eso proponemos un fin, un fin a este constante martirio, un fin determinado, que se note, que se haga valer.
Las mujeres hablamos, opinamos y vivimos, merecemos respeto independientemente de la manera en que decidamos vestir y por dónde caminar. Vos que sos mujer, levántate y ponéte esa falda que tanto te gusta, que a partir de hoy vos dominás las calles, mové tus caderas libremente que Cali se va a limpiar de atrevimiento y denigración. Seamos bellas, seamos auténticas y seamos libres.

STEPHANÍA BONILLA
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